Primera Parte
¿QUÉ ES LA ANARQUÍA?
ANARQUÍA, queridos niños, es la doctrina que no
conformándose con la organización que se ha impreso a la humanidad, desde los
tiempos en que empezaron a crear la Sociedad, intenta dar una constitución a la
vida basada en los principios sacrosantos del amor universal y de la
solidaridad humana.
Su misión es hacer cesar la desigualdad reinante
entre los seres que los divide en pobres y ricos, explotados y explotadores,
esclavos y dominadores.
Que la Vida sea tal cual debe ser: la libre
manifestación de las facultades, la espontaneidad de los actos, la liberación
final destruyendo las causas que se oponen a que la sociedad se base en la más
plena libertad y en la más absoluta independencia.
Entre las causas que la Anarquía quiere destruir por
considerarlas nocivas y perjudiciales al desarrollo libre del individuo y de la
colectividad puedo enumerar las siguientes para que no olvidéis nunca que, al
combatirlas, laboramos por el bienestar de todos.
El MILITARISMO es la fuerza armada de que se valen
los que se han apoderado de la vida, para imponer sus injusticias y cimentar
sus maldades.
Esta fuerza no retrocede ni ante el crimen; arma a
los seres entre sí, los lanza contra los que, como vosotros, como vuestros
padres, vuestros hermanos, han hecho del trabajo una virtud. Cuando nos
rebelamos a este modo de proceder, cuando nos alzamos contra la injusticia que
con nosotros se comete, caen sobre nosotros. No contentos con querernos
destruir, suscitan guerras, diezman la humanidad, y los crímenes se amontonan en
el camino que recorremos.
La anarquía opone a esta fuerza bruta, la Paz. El
anarquista no quiere la guerra, se opone a la guerra, ansía la paz, porque es
el punto fundamental de su doctrina salvadora. Considera a todos los seres
hermanos; no quiere fronteras que nos separen, sino corazones que se fundan en
un solo amor: la emancipación total y absoluta de los seres humanos. Las armas
del anarquismo es el libro, es el trabajo, es la palabra. Con éstas combate la
fuerza organizada del militarismo y con ellas triunfará sobre los carniceros y
devoradores de hombres. Con el libro, con el trabajo, con la palabra llama a
todos, haciéndoles ver que sobre la fuerza bruta se alza la fuerza de la idea cuyo
triunfo final no puede discutirse.
El CLERICALISMO es la farsa de que se han rodeado
los usurpadores de la vida para demostrar que sus imposiciones, sus tiranías,
sus opresiones son justas y agradables a un “dios” que se han forjado para
revestir de bondad sus actos. Con este “dios” se dirigen al corazón de los
creyentes, y rodeándole de un fausto y un lujo inusitados en los templos que le
han erigido, dirígenle oraciones y preces para hacer creer a todos que son los
directores de la vida, los organizadores de la vida, y que la sociedad constituida
cae en pecado de no seguir a este dios, los mandatos de este dios, las
tiránicas órdenes de este dios. Sobre todo, se apodera de vosotros, queridos
niños, para atemorizaros con los fabulosos tormentos de un infierno y los goces
de un cielo que habéis de ganar supeditándoos a los que representan a este dios
en el mundo. A los que no le siguen, a los que se apartan de ellos asqueados y
rebelándoseles, los declaran “enemigos” y frente al poder de su dios, a la
omnipotencia de su dios, crean el demonio que tienta al hombre, a la mujer, a
vosotros mismos condenándonos a penas eternas de un fuego infinito.
Para afianzarse, para asegurar su dominio en el
mundo y sobre todos los seres, llama en su auxilio al militarismo que tiene
organizada la vida en ejércitos dispuestos a hacer triunfar el principio
divino. La Anarquía opone a este poder omnímodo, a este poder absoluto, a esta
potestad terrorífica, la cultura por la Ciencia. La ciencia, que es el ordenado
conocimiento de la vida, descubre las leyes porque se rigen los mundos y la
sociedad; investiga que todo lo atribuido a dios, lo innato a dios, es falso y
erróneo; que sólo existe una ley que derroca la ley divina, que destruye la
omnipotencia divina: la ley natural del progreso humano. En virtud de este progreso
se llega fácilmente a contemplar la vida en toda su pureza; que la tierra no es
la morada de dios, ni el templo de dios; que el ser humano no tiene origen
divino, sino que aparecimos en el mundo en virtud de hondas e incesantes
transformaciones evolutivas en el organismo animal hasta llegar a nuestra
especie; que el fin del mundo tampoco está sujeto a los providenciales destinos
de dios, sino que la ciencia fija su fin de un modo racional y de acuerdo con
las leyes naturales.
La Anarquía destruye las religiones porque son
absolutistas, despóticas, crueles y sanguinarias. Y contra ellas quiere
preservaros, queridos niños, para que os rebeléis al temor de ser condenados,
al miedo de ser castigados, al placer de ser premiados. El castigo y el premio sólo
pueden existir en la sociedad burguesa creada por los religiosos y los
militarizantes. Sólo existe una recompensa: la del deber cumplido con la Vida,
de ser útiles a los semejantes y de coadyuvar a implantar la nueva sociedad
donde no existen odios, ni rencores, ni clases, ni vanidades, ni tiranías.
El CAPITALISMO es la sociedad organizada en el
egoísmo brutal y antihumano, detentando el poder absoluto sobre la humanidad
que produce y trabaja, aprovechándose del esfuerzo común para crear riquezas y
privilegios sin los cuales no podría vivir. Erige un poder para sostenerse,
funda los estados, divide a los hombres en naciones; sus tentáculos se clavan
en las entrañas de la tierra para sacar el dinero que monopoliza y distribuye
inicuamente; penetra en todos los ámbitos, desde el taller y la fábrica hasta
el acaparamiento absoluto de vidas y haciendas, dicta leyes y las impone para
robustecerse y consolidarse; señor absoluto de las existencias, no repara en
medios para desnaturalizar el trabajo, atribuirse la producción, regularizar la
vida a base de la usurpación y la violencia. Amo y señor del organismo social,
tiene al “clericalismo” porque le ayuda en sus nefandos designios y cuenta con
el “militarismo” porque le sostiene y le sirve de apoyo. Quiere que su “ley”
sea acatada y obedecida por todos: cuenta para ello con los sicarios y escribas
para hacerla cumplir. A esto llama su mandato: a esto da el nombre de poder.
Pero la Anarquía, queridos niños, se levanta contra
este modo de concebir la vida y se rebela a esta manera de organizar la
existencia. La Anarquía aspira a suprimir todas estas causas que sumen a la
humanidad en el letargo del opio. No quiere estados que, por el solo hecho de
existir, llevan en sí desigualdades irritantes e injusticias cruentas. Al
dinero opone el libre cambio de productos; al trabajo remunerador para los
privilegiados, opone el trabajo distribuido a cada cual según sus fuerzas; al
egoísmo insano de los poderosos, opone que las necesidades de cada uno sean
cubiertas con arreglo a las necesidades de todos. A la ley opresora, opone la
ley del amor. Al egoísmo, opone la tesis de que la tierra pertenece al que la
trabaja y produce.
Esto es la Anarquía, amados niños. Esto, y mucho más
que no puedo explicaros en estas breves páginas, pero el tiempo os irá
enseñando y la vida os irá descubriendo.
La Anarquía quiere que investiguéis el origen de
todas estas desigualdades, el por qué de todas estas injusticias; que os
capacitéis para que comprendáis que la vida que vivís, reflejo de la vida
amarga de vuestros padres, no es así, ni puede ser así. La vida es belleza; la
vida es la justicia; la vida es la paz y el bienestar.
La Anarquía os pone en el camino de conseguirlo y
obtenerlo; y, pues sois los mas débiles, los más inocentes de esta malhadada
organización, que sepáis rebelaros a cuanto os oprime y aprisiona. No estáis
solos. Hay quien lucha por sacaros de la amargura que os rodea, de las zarzas
que hieren vuestras carnes, de los venenos que se filtran en vuestros corazones
puros y sagrados.
Estos no os ofrecerán templos, ni os harán adorar
divinidades, ni pondrán el temor en vuestros espíritus, ni corromperán vuestras
conciencias encenagándolas con el dolo y el engaño.
Alzad los ojos, mirad a vuestro entorno. La hora de
las alegrías sanas, de la felicidad y de la paz llega para vosotros.
La Anarquía acelera esta hora, esta alegría, esta
felicidad, esta paz que aún no tenéis.
Cuenta con la Escuela, el Sindicato y el Ateneo
Cultural. Vamos a explicaros estas tres poderosas fuerzas a las que tendréis
que acudir siempre.
La
Escuela
Comprenderéis, fácilmente, que no podemos referirnos
a la escuela burguesa y reaccionaria en donde hasta ahora os han hecho asistir.
Nuestra escuela, la escuela que os ofrecemos, no es la cimentada a base de
necias y estultas enseñanzas, sino la escuela racionalista.
Es preciso que sepáis que nuestra escuela tiene un
fundamento científico que es el que ha de orientar vuestras vidas. Vuestro
maestro, el único tal vez a quien debéis agradecer sus esfuerzos por educaros,
definía esta escuela diciendo, que secundaba el desarrollo espontáneo de
vuestras facultades buscando libremente la satisfacción de vuestras necesidades
físicas, intelectuales y morales.
He nombrado a Ferrer. Estudiad su vida, seguid su
labor y erigidle en vuestro apóstol y guía. A él se debe la escuela
racionalista que, para honra de la humanidad, creó en esta España. Desterró de
la escuela las tres farsas de que antes os hablaba: el militarismo, el
clericalismo y el capitalismo. Hizo penetrar la ciencia en el cerebro de los
otros niños que con él se educaban e infiltró la razón en los corazones. Él
hizo sagrado vuestro derecho a instruiros y educaros fuera del antro de las
viejas escuelas y de los maestros apergaminados. Él desterró de vuestras mentes
la idea de la divinidad y la reemplazó por el culto a la justicia y la bondad.
Él abrió la cárcel de las ideas para convertirla en lugar agradable y
deleitable. Él vio en vosotros lo que la humanidad debe ver en vosotros: el
germen de la humanidad nueva.
Honrad a Ferrer siguiendo sus doctrinas redentoras.
Era anarquista Ferrer; es decir, luchaba contra las potentes fuerzas
clericales, militaristas y capitalistas que convierten la sociedad en un caos
informe de ignominia. Así debéis aprender a luchar. Iniciaos en esta doctrina
salvadora y de vosotros mismos surgirá el mundo nuevo que estamos construyendo.
Es hora que sepáis que si no os redimís, si no os
libertáis en la escuela costará trabajo redimiros y libertaros cuando seáis
grandes. La redención debe empezar en vosotros. Por eso, la Anarquía os da la
Escuela. Que vuestros maestros se compenetren también de esta altísima verdad.
De no ser así, quedaríais abandonados a vuestras escasas fuerzas y, por culpa
vuestra, caeríais en brazos de los que esclavizan la vida.
La escuela os ha de enseñar a ser rebeldes, rebeldes
de esta sociedad corrompida y desgraciada. Los enemigos de vuestros padres, de
vuestros hermanos son y serán los enemigos vuestros. La causa de vuestro
malestar y vuestra amargura también pesa sobre los que os dieron el ser y viven
con vosotros. Debéis uniros a nosotros en esta lucha santa de la que depende
cese, en absoluto, nuestro dolor y nuestra infelicidad.
No os queremos resignados; quede la resignación para
los maestros burgueses y las cárceles escolares que rigen.
La escuela que os da la Anarquía es la de la
libertad. Hay tres libros que os ayudarán a conseguirla. Tres libros que han
educado a tres generaciones. Tres libros que deben quedar en vuestras escuelas
como guiadores y conductores de vuestras vidas: El dolor universal, La Conquista
del Pan y La Montaña.
Sus autores son tres luces que aún brillan: Sebastian
Faure, Pedro Kropotkine y Eliseo Reclus. Estos tres nombres no los olvidéis. Al
llegar a los doce años no pueden faltar en la biblioteca que iréis
engrandeciendo. Ellos os darán a conocer las causas de vuestros sufrimientos,
el origen de vuestra esclavitud en el trabajo, los gérmenes de la vida y de la
existencia, la historia de la tierra. En ellos aprenderéis a vencer las dificultades
que se os presenten en la lucha, la fortaleza para resistirla y la esperanza en
el porvenir. Que sean vuestros primeros pasos en la vida: báculo preciado para
vuestro progreso.
El
Sindicato
La Anarquía, una vez salidos de la Escuela, no os
podrá dejar abandonados. A medida que crecéis, a medida que avanzáis –ya
jóvenes–, os hace continuar la lucha acrecentando vuestra rebeldía. Os dio una
escuela para que supieseis y conocieseis el mundo en que vuestros ojos se
abren; os hizo ver la desigualdad, os mostró dónde radica el egoísmo, dónde
está la maldad, dónde se oculta nuestro eterno enemigo. Os lo mostró, os lo
hizo ver para que os preparaseis a combatirle y derrotarle.
Conseguido esto, abre las puertas de otra
organización: el Sindicato. Si en la infancia tuvisteis una escuela, en la
juventud no os faltará otra: la escuela del proletario.
Los mismos enemigos que os cercaron de niños, los
mismos enemigos os cercan ahora. Precisa un organismo de lucha, un hogar a
donde acudáis a refugiaros para recobrar la fe, para robustecer el ideal y
centuplicar las fuerzas que debéis acumular para la batalla decisiva y final.
Las mismas angustias, las mismas amarguras que os asediaban de niños, os
asedian de hombres. Entrad en él; cobijaos en él. Unidos todos, identificados
todos, resistiremos mejor. Sed fieles y solidarizaros con el compañero, hermano
vuestro en lucha y en rebeldía.
Esta nueva escuela –escuela de la vida–, no la
abandonéis. Junto a vuestros padres, seguid luchando por un mundo mejor.
El
Ateneo
Para que en esta lucha titánica no perdáis ni la fe,
ni el entusiasmo, la Anarquía os brinda una tercera escuela donde se practica
la lucha por la cultura. Son los Ateneos libertarios, complemento de los
Sindicatos, guiadores de los Sindicatos, conductores de los militantes.
No sólo es la lucha por el mejoramiento material la
que debe unirnos, es también la lucha por la cultura la que debe
solidarizarnos. Aquellas ansias que sentíais en la escuela por adquirir
conocimientos, aquí las debéis continuar, ensanchándolas, aumentándolas,
intensificándolas.
Ya veis, pues, como la Anarquía vela por vosotros,
queridísimos niños.
Tercera parte
¿CÓMO HACERNOS DIGNOS DE LA ANARQUÍA?
1. Ayuda
No te desentiendas jamás de los que luchan como tú,
de los que sufren como tú. Son hermanos tuyos. En la escuela los tuviste a tu
lado. Ahora, los tienes en el taller, en la fábrica, en las minas, aún
sedientos de justicia.
Dondequiera que veas un hermano tuyo, ayúdalo. Por
encima de las fronteras alzadas por los privilegios, tiende tu mano a todo el
que es víctima de la sociedad actual burguesa.
2. Apoya
Al que vacile, infúndele alientos; al que se
desespere por ver lejano el triunfo, dale ánimos. La ayuda mutua es un deber
sagrado y universal.
3. Copia lo
bello
No imites lo perecedero, lo efímero. Todos los
males, ahuyéntalos y aléjalos de ti: son aún la herencia de la imperfección
humana a que estamos encadenados. Por encima de este caos de ignominia, levanta
tus ojos a la belleza de la Vida.
4. Labora
Todo es trabajo en la naturaleza y tu misión es
contribuir, en la medida de tus fuerzas, a la perfección de este trabajo, No te
resignes a ser siervo de la máquina, ni esclavo del músculo. Dignifica el
trabajo, embellécelo, purifícalo.
5. Estudia
Que el libro sea tu mejor amigo, tu consejero, tu
guía. Nunca sabremos bastante. Quien añade ciencia, añade anarquía. Investiga
por ti mismo, aclara los misterios que te rodean. Instrúyete, edúcate. Esta es
la única herencia que debes dejar en la Vida.
6. Ama
La ciencia no pone piedras en el corazón. Un amor
puro y humano hace penetrar en nosotros. Por alejados que estén, por
distanciados que se hallen, cada ser es un amado nuestro.
7. Protege
Quien mucho ama, mucho ayuda. Al ser débil,
protégelo. Al anciano, al inválido, al enfermo, nos une mucho más amor porque
son débiles. Ese pobre anciano que ves, fue fuerte como tú, valeroso como tú;
ese doliente inválido también fue como tú. Piensa que puedes ser como ellos;
piensa que el trabajo burgués te envejecerá y te enfermará. ¡Protégelos!
Piensa en los que no están con nosotros: en los
presos; Por luchar, por defendernos, no tienen libertad. ¡Acuérdate de ellos!
8. Cultiva
La tierra es tu madre; el campo es tu sustento.
Sazonados frutos y óptimas cosechas recogeremos si los cultivamos. No dejes
ninguna tierra estéril. Da a la tierra el cuidado que necesita para que te
alimente y te haga vivir. En el mundo ideal, siembra ideas, esparce
pensamientos, escribe y acciona. En el mundo real, que la semilla caiga en toda
la tierra que, bien abonada y preparada, fecundará la semilla y la convertirá
en flor y en fruto.
9. No tengas
esclavos
Aspira a ser libre y que las ansias de tu libertad
abrase a todos. No esclavices a nadie. Ni pájaros, ni ningún ser viviente
puedes encerrarlos impunemente. Abre las puertas de todas las jaulas, lima las
rejas de todas las cárceles, donde –como el pájaro enjaulado– seres humanos
sufren y padecen.
Sé libre y haz libres, contigo, a los demás. Abre
las puertas de tu corazón para que salgan de él todos los vicios, todos los
defectos que lograron filtrarse. Sé libre y sé puro: ni tengas esclavos, ni te
conviertas en esclavo.
10. Trabaja
Trabaja y lucha la Anarquía te dice. Antes te
dijeron: Trabaja y reza.
Deja los rezos, deja las oraciones. Sólo hay una
oración que no debes olvidar nunca: la del trabajo. Trabaja por el bien de la
Humanidad, para que cesen los dolores, para que terminen los sufrimientos, para
que la amargura se aleje para siempre. Sé feliz en una humanidad feliz. Sé
libre en una humanidad libre.
Esto es la Anarquía, queridos niños.
¡Bienaventurados, vosotros, si la comprendéis y la practicáis!
Empiece, pues, para vosotros la visión de una vida
nueva de purezas y bondades.