jueves, 18 de junio de 2015

Dadaísmo: El arte antiarte


   Seguramente el título le haya resultado contradictorio. No hace falta reflexionar demasiado (o sí) al respecto, para comprender que está (o no) erróneo (en tal caso, ¿para quién?). Esto es dadaísmo. Nada de preguntas (o todas las que se le viene a la mente), porque las preguntas surgen por dudas (o viceversa), pero aquí pretendo explicar mínimamente de qué se trató este movimiento antiartístico pero artístico al mismo tiempo (sí, lo que ha leído). Un arte antiarte, reflejado como un antiarte hecho arte.

   Si se entendió aquel primer párrafo, pues no logré mi cometido de invocar el espíritu dadaísta en el mismo. Si no se entendió, quizás tampoco lo he logrado. O quizás siempre se lo logre, o nunca ha sido posible en los miles de años de existencia. Porque al final, el Dadaísmo queda al pensamiento espontáneo de cada persona. Cada persona, un artista dadaísta.






   La Primera Guerra Mundial generó millones de refugiados que se exportaron hacia todo el mundo. Entre ellos, hubo miles de artistas que sentían rechazo hacia el conflicto bélico y criticaban el orden establecido hasta entonces, que en definitiva había sido el máximo responsable. Suiza representó un refugio para muchos de aquellos artistas del expresionismo alemán, del futurismo italiano y del cubismo francés que emigraban de sus países por estar estos en plena guerra. Gracias a este reciclaje de artes varias se comprende el porqué de Suiza como cuna de una de las vanguardias artísticas nacidas del shock post-Gran Guerra, el Dadaísmo.
   En 1916 el director de teatro Hugo Ball dio origen a una vanguardia artística practicada principalmente por jóvenes intelectuales que, estética y éticamente, trató de interpretar el significado de la Primera Guerra Mundial (sus causas, contexto y consecuencias), conflicto internacional que habría destruido por fin las esperanzas y confiabilidad que las personas europeas habían depositado en la sociedad burguesa, idealizada por pensadores desde siglos anteriores. En las obras dadaístas es muy posible el hallazgo de respuestas implícitas o indicios, desde una perspectiva negativa, de la visión de la muerte y al sentido macabro con que se perfiló el enfrentamiento bélico.

 
Revista Dada
 
   El Cabaret Voltaire, creado el 5 de febrero de 1916 por Hugo Ball y su compañera en Zúrich, fue el hogar de esta corriente anarquista, nihilista, cuestionadora de todos los valores del orden aceptado por las sociedades de principios de siglo XX y sumamente autocrítica de sus producciones. Su máximo exponente fue el destacado escritor rumano Tristán Tzara; y entre los que gozaron de mayor reconocimiento a nivel internacional se destacan el francés Jean Arp, el estadounidense Man Ray, el francés Marcel Duchamp, su fundador Hugo Ball, los alemanes Kurt Schwitters, Richard Huelsenbeck, Raoul Hausmann y Hans Richter, y el rumano Marcel Jank.

   Se llegó a publicar un volante publicitario del nuevo arte titulado “Cabaret Voltaire”, donde se incluyeron intervenciones de grandes artistas de otras corrientes como Apollinaire o Pablo Picasso. Año más tarde, en 1917, se inauguró la Galería Dadá. La difusión de la corriente dadaísta estuvo a cargo de la publicación de la revista Dada, que permitió extender las ideas por Berlín, Ámsterdam, París, el resto de Europa y Nueva York. El primer número de este órgano difusor salió en Julio de 1917.




Fragmento del "Manifiesto Dadaísta"


“La palabra Dada simboliza la más primitiva relación con la realidad circulante, con el dadaísmo adquiere carta de naturaleza una nueva realidad.  La vida aparece como una simultánea confusión de ruidos, colores y ritmos espirituales, que es asumida impertérritonante en el arte dadaísta con todos los sensacionales gritos y fiebres de su osada psique cotidiana y en la totalidad de su realidad brutal.  Aquí se encuentra la precisa encrucijada que deslinda el dadaísmo de todas las tendencias del arte hasta ahora existentes, sobre todo, del Futurismo, últimamente entendido por unos mentecatos como una nueva edición de la realización impresionista. El dadaísmo, por primera vez, no se enfrenta ya a la vida desde un mero punto de vista estético, haciendo desintegrar en sus elementos todos los grandes tópicos relativos a la ética, a la cultura y a la intimidad, que tan sólo vienen a significar una cobertura para músculos endebles.
La palabra Dada hace a la vez referencia a la internacionalidad del movimiento, que no se considera limitado por fronteras, religiones ni profesiones. Dada constituye la expresión internacional de esta época, la gran alegría de los movimientos artísticos, del reflejo artístico de todas esas ofensivas, de congresos pacifistas, peleas en la plaza del mercado, cenas en el Esplanade, etc, etc.  Dada se propone poner en movimiento el nuevo material de la pintura.
Dada es un CLUB fundado en Berlín, en el que se puede ingresar sin asumir ninguna clase de compromisos.  Aquí todos son presidentes y todos pueden emitir su opinión en lo que concierne a cuestiones del arte.  Dada no significa un pretexto para alimentar la ambición de algunos literatos (como de buena gana querrían hacer creer nuestros adversarios).  Dada es una índole muy especial del intelecto, que puede revelarse en cualquier conversación, de manera que se deba decir: Este es un DADAÍSTA, aquel no; el Club Dada cuenta por ende, con miembros de todos los continentes de la tierra, en Honolulu al igual que en Nueva Orleans y en Meseritz.  En ciertas circunstancias, ser dadaísta puede significar ser más comerciante, más hombre de partido que artista, ser artista sólo casualmente.  Ser dadaísta significa dejarse lanzar por las cosas, estar en contra de cualquier sedimentación, estar sentado en un momento en una silla; significa haber puesto la vida en peligro (Mr. Wengs sacó ya el revólver del bolsillo).  Entre las manos se desgarra un tejido, bajo cuerda se afirma una vida que pretende enaltecer mediante la negación.  Decir sí - decir no: el impresionante escamoteo de la existencia estimula los nervios del auténtico dadaísta - así se encuentra, así caza, así anda en bicicleta -, medio Pantagruel, medio San Francisco, riendo y riendo sin cesar.  ¡Contra la actitud estético-ética! ¡Contra la anémica abstracción del expresionismo! ¡Contra las teorías reformadoras de los literatos majaderos!  Por el dadaísmo en la palabra y en la imagen, por la acción dadaísta en todo el mundo.  ¡Estar en contra de este manifiesto significa ser un dadaísta!”

 Firmado por: Tristán Tzara, Franz Jung, George Grosz, Marcel Jank, Richard Huelsenbeck, etc.



DADÁ



   Casi un siglo después de que haya sido creado el nombre para la vanguardia, aun no se sabe el verdadero significado de la palabra “Dadá”. Hans Arp en 1921 declaró que “Tristán Tzara encontró la palabra ‘dadá’ el 8 de febrero de 1916 a las seis de la tarde. [...] Estoy convencido de que esta palabra no tiene ninguna importancia y que solo los imbéciles pueden interesarse por los datos. Lo que a nosotros nos interesaba es el espíritu dadaísta, y todos nosotros éramos dadaístas antes de la existencia del Dadaísmo. Por su parte, Tristán Tzara definió a la palabra con muchas connotaciones: “Dadá no significa nada. Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder su tiempo con una palabra que no significa nada [...] Por los periódicos sabemos que los negros kru llaman dadá al rabo de la vaca sagrada. El cubo y la madre en cierta comarca de Italia reciben el nombre de dadá. Un caballo de madera en francés, la nodriza, la doble afirmación en ruso y en rumano: dadá”. El objetivo concreto fue restarle interés al nombre para, en cambio, exaltarlo en la producción artística del movimiento, bajo sus principios (que quedaban bajo la determinación de cada artista, o sea, cada persona).

   Permanentemente se buscó construir una ética superior a la burguesa, con tendencia amoral y nihilista, que burlara los cánones de la sociedad desigual y racista que había generado la muerte de millones de personas. Tuvo una clara intención de destruir todos los códigos, la formalidad y cada uno de los sistemas establecidos y aceptados en el mundo del arte. Por eso el Dadaísmo fue un movimiento antiartístico, antiliterario y antipoético, ya que cuestionó incondicionalmente la existencia del arte, la literatura y la poesía.

   El arte Dadá no sólo se aplicaba a la expresión artística, sino que se establecía como un modelo de vida contrario a todas las formas tradicionales de coexistencias familiar o social. Presumía de ser una ideología sumamente innovadora, influenciada por el pensamiento nietzscheano, que emprendía aires de cambio en sus exponentes y simpatizantes. Para ella era valorable lo espontáneo y se solía recurrir a lo absurdo, contradictorio o caótico para expresar sentimientos o estados. La imperfección y las anormalidades eran aceptadas, mientras la perfección junto a la belleza y la universalidad dignas de ser negadas. La lógica no existe para el Dadaísmo.

   Sin embargo, y pese a la simpatía que encontró el movimiento en Breton, Ungaretti o Louis Aragón y en muchísimos jóvenes de Europa y Norteamérica, éste se extinguió rápidamente. Para 1923, y como su esencia lo indicaba, el Dadaísmo dejó de presentarse como una cuestión importante ante quienes se habían considerado dadaístas.

Fue tan crítico, que la crítica misma lo desacreditó de toda seriedad para criticar.


 
 

Cómo hacer un poema dadaísta, por Tristán Tzara. (Éstas instrucciones fueron recopiladas en 1924 en el texto “Siete manifiestos dadá, ‘Dadá manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo’”)

Coja un periódico
Coja unas tijeras
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema
Recorte el artículo
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa
Agítela suavemente
Ahora saque cada recorte uno tras otro
Copie concienzudamente
En el orden en que hayan salido de la bolsa
El poema se parecerá a usted
 
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendido del vulgo.

 
Tristán Tzara