Desempleado es todo aquel trabajador perteneciente a la
Población Económicamente Activa, con edad entre 18 y 65 años, una determinada
capacidad de producción y predisposición a ser empleado, pero que no consigue
serlo.
Además, existe un segundo grupo de trabajadores, que
sí posee empleo pero este no contempla la cantidad de horas necesarias para
considerarlo como tal, sus condiciones son inferiores a las ideales de un
trabajo formal, y generalmente su sueldo es insuficiente para satisfacer las
necesidades económicas de quien ejerce la función, o de su familia; ellos son los subocupados.
Según la Organización Internacional del Trabajo, actualmente alrededor de 1.000.000.000 de personas carecen de empleo formal. De las cuales, 850.000.000 se encuentran subocupadas y unas 150.000.000 desempleadas. En este punto, es necesario aclarar que las organizaciones mundiales manejan estadísticas distintas, ya que algunas toman a los subocupados como empleados, reduciendo de manera significativa el impacto que genera esta lamentable realidad.
De la totalidad entre desempleados y subocupados, 837.000.000 son pobres, y muchas veces, son padres o madres "sostén" de sus familias. Al mismo tiempo, es aún más común que ambos trabajen, con el objetivo de ampliar la fuente de ingresos para su hogar, necesaria para solventar los gastos diarios, entre servicios y bienes de consumo.
El desempleo, como teoría capitalista
Pese a que durante las recesiones económicas, las tasas de desempleo disparan hacia números de dos dígitos, el desempleo no sólo existe en épocas de crisis. De hecho, pensadores han hecho una "apología del desempleo" y han descripto sus beneficios.
La escuela monetarista moderna de la segunda mitad del siglo XX, encabezada por el economista estadounidense Milton Friedman, planteó que es necesaria la existencia de una Tasa natural de Desempleo, y que en caso de que esta descendiera, provocaría aceleramientos en la inflación. Esta teoría fue aplicada por los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña durante los años 80, y es la misma que el Fondo Monetario Internacional implementó en los países deudores, caso de Argentina durante la década de 1990.
Es estratégico y beneficioso para las empresas capitalistas el hecho de que la oferta de fuerza de trabajo sea mayor a la demandada por estas. De esta manera, aprovechan la necesidad de trabajar, para condicionar a los trabajadores con sueldos precarios, horarios cargados de horas extra impagas, y hasta de lugares no ambientalizados para el ejercicio del empleo.
Situación actual
Tras la crisis económica de 2008, la economía mundial retomó
cierta estabilidad en estos últimos años. No obstante, rememorando las crisis de 1929 y 1973, fueron los países más desarrollados quienes la habían sufrido más, con
despidos masivos, deterioro de los salarios y hasta suicidios de obreros y
burgueses que habían perdido sus fuentes de trabajo y sus empresas quebraron, respectivamente.
En los países pobres, acostumbrados a pagar las deudas generadas
por los más poderosos, no se observan progresos en el horizonte del próximo lustro
sino más situaciones críticas. Las consecuencias de crisis pasadas se
sienten como si hubieran pasado hace días.
La perspectiva que ofrece el Banco Mundial, supone que “vendrán tiempos
difíciles”. Inclusive, las súper-economías emergentes de Brasil, China y la India
experimentarían aumentos notables en sus tasas de desocupación en los próximos
años, producto de la restricción al consumo e inversiones que los mercados
laborales vienen desarrollando. Además, el débil crecimiento de las políticas públicas
de empleo y el estancamiento de salarios en muchos países avanzados del G20,
contribuirán al desplome de la calidad laboral de los países que más crecieron en la última década.
No sólo los 150.000.000 de desempleados sin trabajo alguno de hoy, padecerán de esta suerte para los próximos años. Según se estima, se necesitarían 600.000.000 de nuevos puestos de trabajo para el 2030 ante el aumento de la población. Cada año que pasa, se inyectan millones de jóvenes al mercado laboral. Como consecuencia de ello, la tasa de desocupación aumenta rápidamente.
No sólo los 150.000.000 de desempleados sin trabajo alguno de hoy, padecerán de esta suerte para los próximos años. Según se estima, se necesitarían 600.000.000 de nuevos puestos de trabajo para el 2030 ante el aumento de la población. Cada año que pasa, se inyectan millones de jóvenes al mercado laboral. Como consecuencia de ello, la tasa de desocupación aumenta rápidamente.
La desesperación lleva a los desempleados a trabajar de lo que sea. |
Ante el aumento del desempleo, la lucha obrera
Prácticamente la totalidad de las luchas obreras se
desarrollan en períodos de crisis económicas, y no es casual, ya que en ellas
se presenta la mayor cantidad de suspensiones y despidos de trabajadores.
El círculo integrado por la burguesía industrial, los
terratenientes dueños de las siembras más fructíferas (administradores de la
verdadera riqueza mundial y pertenecientes al 1% más rico del mundo) y los
políticos, independientemente de su país, maneja como pretexto la “reducción
del personal”, ya sea fabril o de la peonada campestre, para cargarle las
consecuencias de las crisis sobre las espaldas de la clase obrera.
Un panorama complicado si comprendemos que el sistema
capitalista de explotación, que hoy nos rige, es cíclico y permanentemente
estará cayendo en recesiones de la economía.
No es un disparate pensar que detrás del sufrimiento de millones de desempleados y sus hijos, existe gente almacenando cantidades excelsas de capital, fruto de la codicia, el poder establecido y la desigualdad. Es la dramática verdad.
El problema no reside en la dirección política que hay en los países, sean desarrollados o subdesarrollados. El problema es el sistema capitalista y su forma en sí. Los mecanismos alternativos que nos presenta dentro del mercado laboral, sólo llevan a flexibilizarlo aún más.
Ya no sólo se deberá luchar por mejores condiciones de trabajo, sino por obtenerlo al menos.
Necesitamos trabajo, y que sea digno. Necesitamos un cambio radical. |
Fuentes consultadas: Banco Mundial, Organización Internacional del Trabajo.