En un mundo cada día más polarizado, donde el egoísmo y las
posiciones parcializadas de la realidad conjugadas diametralmente en torno al
‘nosotros’, aumentan en la consideración de la población en desmedro de la
interpelación a sujetos terceros para la construcción de perspectivas más
amplias de los hechos, las opiniones y prácticas racistas se consolidan como
una manera normalizada de expresión hacia el ‘otros’. Como síntesis, los
argumentos para defender la postura pasan a un segundo plano, y lo que se
aprecia como influencia determinante, es la propiedad de la misma.
El debate es estéril. Las ideologías, los principios de
diferencia entre personas. Las diferencias, la antítesis al uso del sistema etnocentrista.
Las telecomunicaciones y el caudaloso flujo de información, que podrían
contribuir a la homogeneización de los intereses por sociedades más empáticas,
por el contrario, agravan la situación al dejar al descubierto las raíces de
las contradicciones que existen entre las ideas y prácticas de las personas.
Etnocentrismo, un indicador fehaciente del encierro en la burbuja
individualista que sufre el ser humano en esta etapa de la historia
contemporánea, precisamente en los inicios del siglo XXI, será el blanco a
discriminar en estos párrafos.
¿Qué expresaría, aproximadamente, el concepto de
‘etnocentrismo’?
Segregación del 'otro'. |
He aquí donde surge la dialéctica entre los dos sujetos
plurales a comprender: 'nosotros' y 'otros'.
Dialéctica entre 'nosotros' y 'otros'
La dialéctica del materialismo histórico planteada por Marx
puede servir de referencia para la interpretación de la dialéctica del
etnocentrismo entre ‘nosotros’ y ‘otros’. La lucha de clases deviene de un
entramado histórico donde la autorrealización del ser estuvo determinada por la
posesión de los medios de producción. La burguesía niega la existencia de la
producción del proletariado, ya que éstos se encuentran en la reproducción
permanente del proceso de enajenación del trabajo. En un sistema etnocentrista,
por su parte, también divergen dos pensamientos opuestos, se disputan la
posesión de la interpretación más cercana de la realidad y luchan entre sí,
para el dominio de unos contra otros en la reproducción del practicismo con respecto a teorías y valores.
Durante la etapa de colonización de la gran mayoría de los
pueblos originarios de Latinoamérica, la obligatoriedad de su cristianización
y el asesinato de quienes se oponían a las reglas provenientes de Occidente,
sirven de ejemplo histórico para entender las consecuencias que puede generar
un sistema de pensamiento etnocentrista.
Sin representar innovación alguna para la Humanidad. Un bastión genuino del pensamiento occidental. Desde la imposición de los ideales de la civilización y el progreso por sobre la barbarie y el folklore, hasta la ejecución de miles de personas que cuestionaron la autoridad y legitimidad de los proveedores de la verdad absoluta. Xenofobia, racismo, arrogancia. Abstracciones resultadas del dualismo entre ambos sujetos.
El ‘nosotros’, por lógica, sufre contradicciones y cuestionamientos internos. Lapsos de empatía, rebeldía de sus integrantes o parcial rechazo al sistema de análisis sobre el ‘otros’. También lo sufre el ‘otros’, que al mismo tiempo, puede llegar a desarrollar un sistema etnocentrista reaccionario y, que nos recuerda la célebre frase “ojo por ojo, diente por diente”, aplicable en la justicia sumeria, como Ley del Talión que se desprende del conjunto de normas del Código de Hammurabi.
Las "supersticiones" indígenas fueron invaloradas por los europeos cristianizadores. |
El relativismo cultural es una técnica de estudio
antropológico que los profesionales utilizan para impedir practicar el
pensamiento etnocentrista. Éste trata de la comprensión empírica de los
hechos y observaciones de una cultura distinta, bajo los valores utilizados por
el conjunto analizado. Sin embargo, no es amplio el número de individuos que lo
desarrolla fuera de la empresa profesional.
Defender nuestros valores, creencias, ideas políticas o
letras no debería anticipar la desacreditación de las exposiciones, pensamiento
y prácticas culturales de otras personas. Podemos convivir con otros, sin
recurrir a la violencia. La discusión debe ser un punto intermedio para la
aceptación, pese a no compartir las interpretaciones de los postulados, otras
visualizaciones distintas a las propias.
‘Ponerse en lugar del otro’. Desafiar a la normativa
tendencia de segregar al distinto.