El hambre produce
más muertes que el SIDA, la Malaria y el Dengue, juntas.
Es un mal global que
afecta a la población pobre, independientemente de la edad de las personas,
aunque por supuesto que la situación se agrava cuando son niños y ancianos
quienes la padecen.
Al igual que las pestes mencionadas, el hambre es una enfermedad tan letal como evitable.
Sin embargo, la desigual distribución de la riqueza, es responsable de que se presente como una forma silenciosa de genocidio de millones de personas.
Diariamente, alrededor
de 24.000 personas fallecen como consecuencia del hambre o motivos relacionados. Pese a que traten de las causas más conocidas y temidas, las hambrunas y las
guerras sólo representan un 10% de la totalidad de las muertes por hambre. A
diferencia de ello, La mayoría se debe a la desnutrición crónica, consecuencia
del fenómeno de la “pobreza extrema”.
La desnutrición
crónica, además de conllevar a la muerte, es capaz de provocar deficiencias en
el crecimiento de los niños, discapacidades motrices, visuales y mentales,
riesgos durante los embarazos en las futuras madres, y una susceptibilidad mayor al padecimiento de otras
graves enfermedades, ya que el sistema inmunológico se encuentra seriamente debilitado.
La pobreza extrema afecta a 842.000.000 de personas en todo el mundo. Ellas no poseen suficientes recursos
para alimentarse ni siquiera una vez al día, sufriendo de hambre y desnutrición. La gran mayoría de esta gente (827 de 842, en millones) está nucleada en países en vías
de desarrollo, en donde el 14,3% de la población total, está
desnutrida.
552.000.000 viven en Asia u Oceanía, mientras que el 60% del total corresponden a mujeres.
La situación de los niños
Actualmente, el 10%
de todos los niños que nacen en países subdesarrollados, fallecen antes de
cumplir cinco años. Esto representa una reducción de un 28% de las cifras de hace
cincuenta años; no obstante, un 10% sigue siendo un porcentaje demasiado alto.
Además, son 200.000.000 los menores víctimas de la pobreza extrema, hambrunas y sed. Situación lamentable, por tratarse de padecimientos evitables con una distribución más justa de los alimentos, los recursos hídricos y la riqueza mundial.
Además, son 200.000.000 los menores víctimas de la pobreza extrema, hambrunas y sed. Situación lamentable, por tratarse de padecimientos evitables con una distribución más justa de los alimentos, los recursos hídricos y la riqueza mundial.
La pobreza extrema impide el tratamiento del hambre. |
La desnutrición infantil, otro mal evitable, contribuye con la muerte de 2.600.000 niños menores de cinco años. En los países en vía de desarrollo, uno de cada seis niños (aproximadamente 100.000.000 en total) padece de bajo peso.
Uno de cada cuatro niños, a nivel mundial, tiene deficiencias en su desarrollo corporal y psíquico-mental por falta de los nutrientes adecuados. En los países subdesarrollados, la proporción puede llegar a aumentar a uno de cada tres. En esta cuestión, cabe destacar que, pese a que los niños reciben leche materna, muchas veces sus madres también se encuentran en estado de desnutrición crónica, por lo que producen una leche poco nutritiva.
El 80% de los niños con retraso en el crecimiento viven en los 20 países más pobres del planeta. En esa lista, figuran países como Haití, Malí, Etiopía, Bangladesh o Zambia.
La falta de los nutrientes esenciales causa la desnutrición infantil. |
¿Soluciones?
El acceso a la
educación está considerado como una alternativa concreta para progresar socioeconómicamente
y llegar a un estatus de vida digna. Sin embargo, son unos 66.000.000 los
niños que aún continúan asistiendo a la escuela primaria con hambre en los países en
vía de desarrollo, de los cuales 23.000.000 se encuentran en África.
Debemos dejar de lado las disputas internas de cada nación o región, para tener una visión global sobre los verdaderos males que afectan a quienes ni siquiera cuentan con una alternativa de cambio y progreso para sus generaciones jóvenes.
Cada minuto, 12 familias están despidiendo los restos de uno de sus hijos. Esto significa que cada 5 segundos fallece un niño. Nuevas víctimas de la mezquindad de un sistema que se viene forjando desde hace más de dos siglos bajo los valores del egoísmo, el etnocentrismo, la rentabilidad empresarial y la esclavitud, aunque con otra denominación en el último tiempo.
Cada minuto, 12 familias están despidiendo los restos de uno de sus hijos. Esto significa que cada 5 segundos fallece un niño. Nuevas víctimas de la mezquindad de un sistema que se viene forjando desde hace más de dos siglos bajo los valores del egoísmo, el etnocentrismo, la rentabilidad empresarial y la esclavitud, aunque con otra denominación en el último tiempo.
Estos niños condenados a la miseria, hambre y
pestes, que conforman la escoria para el capital, indefectiblemente terminarán
convirtiéndose, si llegasen a sobrevivir hasta adultos, en la mano obra barata
para las empresas.
Sus vidas se
encuentran condenadas a una permanente situación de insalubridad económica. La opulencia de los ricos se traduce en una competencia capitalista
por la colonización de esa mano obra barata, hambrienta, y sin otra salida que
la esclavización laboral.
He aquí donde la
vida de millones pierde dignidad. El Capitalismo ya demostró su ineficiencia
como sistema económico, social y de vida. Necesitamos un cambio radical, que asegure el
bienestar que las poblaciones se merecen. Equidad en la posesión de las
riquezas. Equidad en la distribución de los alimentos. Ni un niño ni un adulto
muerto por hambre, nunca más.
No existe crisis que pueda justificar la muerte de un niño o adulto
por hambre.