jueves, 19 de noviembre de 2015

Francia: De víctima a victimaria del terrorismo




   Durante la tarde-noche del pasado viernes 13, Francia fue testigo de simultáneos ataques suicidas, tiroteos y explosiones que ocasionaron, hasta el momento, 132 víctimas fatales confirmadas y más de 300 heridos, de los cuales 80 aún se encuentran en grave estado de salud.

   Los ataques ocurrieron por diferentes lugares y calles muy transitadas por la gente. Uno de los edificios corresponde al restaurante Le Carillon, ubicado en el mismo barrio general donde se hallan las oficinas de Charlie Hebdo, el semanario satírico que fue atacado por extremistas islámicos en enero de este año, y cuyo atentado ocasionó 12 muertos. En Le Carillon, el número de víctimas producto del último atentado asciende a 11 como mínimo.

   En el teatro Le Bataclan durante el atardecer del viernes pasado, el público esperaba disfrutar de un gran concierto de una banda de rock, sin embargo, en el ingreso a la sala dos hombres armados asesinaron a, por lo menos, 15 personas. Una vez adentro del teatro, los agresores tomaron de rehenes a centenares de personas, lo que instó a la intervención de la policía y al inicio de un tiroteo. El saldo total de muertos en Le Bataclan es de no menos de 89 personas.

   El tercer lugar donde se desarrollaron los atentados fue el Stade de France, donde se disputaba un amistoso de fútbol entre las selecciones de Francia y Alemania, aunque precisamente los ataques no ocurrieron dentro del estadio sino en sus alrededores.

Abdelhamid Abaaoud, presunto autor intelectual de los atentados.
   Nueve es el número de hombres que participaron de la totalidad de los atentados. De éstos, tres eran kamikazes que protagonizaron explosiones suicidas en las inmediaciones del estadio de Francia en Saint Denis (precisamente en las cercanías a las entradas del estadio), otros tres fueron abatidos por la policía francesa en la sala de Le Bataclan, y tres hombres fueron quienes dispararon a sangre fría contra bares y restaurantes del centro de París (uno de ellos, identificado como Brahim Abdeslam, se inmoló frente a un restaurante de la cadena McDonald’s).

   De los dos que quedaron prófugos, hoy la policía acribilló a Abdelhamid Abaaoud, un joven terrorista belga-marroquí a quien determinaron como el “cerebro” de los ataques. El único que queda prófugo es Salah Abdeslam (hermano de Brahim), tiene 26 años y es sospechoso de haber ametrallado cafeterías y bares durante la trágica jornada del 13.

   Luego de la consumación de los atentados, los siete agresores que murieron el viernes fueron automáticamente definidos por la prensa como “terroristas que respondían al Estado Islámico (EI)”, sin ningún tipo de investigación previa. En pocos minutos, por la Web, las redes sociales y los medios de comunicación de todo el mundo se comenzó a juzgar al islamismo radical como autor intelectual y ejecutante de los atentados en Francia, intentando despejar cualquier idea de autoatentado que, aunque pareciera una locura, en países poderosos que transitan por crisis económicas, es una opción bastante atractiva para sus gobiernos.

   Aquella noche, la alcaldía de Paris señaló que los hechos contenían “altas probabilidades de tratarse de Terrorismo”, mientras que el vicealcalde de París, Patríc Lujgman expresó que fue “el peor (atentado) jamás ocurrido” en la capital francesa.

   Como respuesta a los atentados en París, el presidente de Francia, François Hollande, quien el viernes se encontraba en el Stade de France presenciando el partido amistoso y fue evacuado por las explosiones, le declaró la “guerra a la milicia terrorista” y aseguró que “Francia será implacable” tras una reunión que tuvo con el primer ministro francés Manuel Valls y el Titular de Interior, Bernard Cazeneuve. Paralelamente, se elevaron al máximo las medidas de seguridad para evitar nuevos ataques terroristas y garantizar un ambiente estable para los primeros días de diciembre, cuando Francia sea la sede de la conferencia sobre el cambio climático.

François Hollande (centro).
   Horas después de la ocurrencia de los ataques terroristas, el Estado Islámico se adjudicó los atentados. Ésta esperable declaración significó el “inicio” de una serie de bombardeos sobre Siria, que aún en este momento no cesan. Los muertos en Siria se cuentan de a cientos por día y el número de civiles asesinados por el ejército francés es, en cantidad, muy superior al de las bajas de ISIS. La ciudad de Raqqa es el blanco principal de los aviones europeos, ya que es la autodenominada capital del califato terrorista.

   Aun no se puede estimar una cantidad real de población siria asesinada “por efecto colateral” de los bombardeos ni las pérdidas económicas ocasionadas, ya que el ataque aún no ha concluido. Lejos de ello, Rusia se ha unido activamente a Francia, quien ya contaba con el apoyo armamentístico de las dos organizaciones terroristas más grandes, Estados Unidos y la OTAN.

   Están previstas nuevas ofensivas militares de Occidente contra el Estado Islámico para los próximos días. En una guerra entre organizaciones y estados terroristas, los que padecen las consecuencias y lloran a sus víctimas son las poblaciones francesa, siria e islamista. Para los gobiernos imperialistas y las empresas militares, la vida de los civiles vale menos que el petróleo, gas y los millones que pueden llegar a obtener mediante la venta de armas para las guerras. 

132 muertos en Francia. Pero el terrorismo imperialista ya ocasionó cientos de miles de muertos en Siria.