martes, 23 de junio de 2015

Cartas de Mahatma Gandhi a Adolf Hitler


   Fueron dos las cartas enviadas por el pacifista indio y líder de la liberación de India, Mahatma Gandhi, al Jefe de Estado del Tercer Reich Alemán y máximo responsable de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto judío, Adolf Hitler.
   La primera, escrita el 23 de julio de 1939, jamás llegó a ser leída por Hitler, por lo que no se sabe qué hubiera pasado luego de su lectura. ¿Habría reflexionado Adolf Hitler? Hubiera sido una posibilidad poco probable, ya que para entonces, la política del rearme había llegado a su auge y el ejército alemán ya había comenzado a anexionar territorios que ocupaban el 'Lebensraum' -espacio vital-, como Checoslovaquia.




Querido amigo,

   "Amigos míos me han estado pidiendo que le escriba por el bien de la humanidad. Pero me había negado a sus peticiones porque tengo el sentimiento de que cualquier carta de mi parte sería una impertinencia. Algo me dice que no debo calcular y que debo hacer mi petición, valga lo que valga.

   Es bastante claro que usted es la persona en el mundo que puede evitar una guerra que puede reducir a la humanidad a un estado salvaje. ¿Debe usted pagar ese precio por un objeto, sin importar que tan valioso le pueda parecer? ¿Escuchará la petición de alguien que deliberadamente rechazó el método de la guerra con un éxito considerable? Aún así anticipo su perdón si erré al escribirle".

Quedo a sus órdenes,

 Su sincero amigo
M.K. Gandhi
   Ésta, no obstante, no contiene demasiados detalles ni peticiones como sí la segunda carta que fue escrita el 24 de diciembre de 1941, época en la que el ejercito alemán dominaba vastos territorios anexionados (Austria, Bélgica, Polonia, norte de Francia). Ésta, por su parte, posee elementos de la doctrina sobre la No-violencia practicada por Gandhi.

Querido amigo,

    "No es un formulismo el hecho de que me dirija a usted como amigo. Carezco de enemigos. Mi negocio en esta vida durante los últimos treinta y tres años ha sido y es lograr la amistad de toda la humanidad uniendo a ésta sin distinción de credos, raza o color.

    Espero que tenga usted tiempo y deseo de saber cómo una buena parte de la humanidad que vive bajo la influencia de esta doctrina de amistad universal contempla sus actos. No nos cabe la menor duda sobre su valentía o devoción a su patria ni creemos tampoco que sea usted el monstruo descrito por sus oponentes. Pero sus escritos y declaraciones, así como las de sus amigos y admiradores, tampoco dan lugar a dudas de que muchos de sus actos son monstruosos e impropios de la dignidad humana, especialmente en la estimación de hombres, como yo que creen en la amistad universal. Y así son actos tales como la humillación de Checoslovaquia, la violación de Polonia, y el hundimiento de Dinamarca. Estoy enterado de que sus puntos de vista sobre la vida consideran tales actos de expoliación como virtuosos. Pero se nos ha enseñado desde la infancia a considerarlos como actos degradantes para la humanidad. De aquí que no podamos desear el éxito de sus armas.

    Pero la nuestra es una posición única. Resistimos al imperialismo británico en no menor grado que el nazismo. Si hay alguna diferencia, será muy pequeña. Una quinta parte de la raza humana ha sido aplastada bajo la bota británica empleando medios que no soportan el más ligero examen.
   Sin embargo, nuestra resistencia no significa daño para el pueblo británico. Pero ya sea que les convirtamos o no, estamos firmemente decididos a lograr que su gobierno sea imposible mediante la no-cooperación sin violencia. Es un método por naturaleza invencible. Se basa en el conocimiento de que ningún expoliador puede conseguir sus fines sin cierto grado de cooperación, voluntaria u obligatoria, por parte de la víctima. Nuestros gobernantes pueden tener nuestra tierra y cuerpos, pero no nuestras almas.

    En la técnica no violenta, como he dicho, no existe la derrota. Todo es “vencer o morir” sin matar ni hacer daño. Puede usarse prácticamente sin dinero y, por supuesto, sin contar con la ayuda de la ciencia de la destrucción que han perfeccionado ustedes tanto. Me asombra que no se den ustedes cuenta de que tal ciencia no es monopolio de nadie. Si no son los británicos, será otra potencia cualquiera la que sin duda alguna mejorará el método y les derrotarán a ustedes con sus propias armas. Por otra parte, creo que debe usted darse cuenta de que no deja a su pueblo ningún legado del que pueda sentirse orgulloso. La gente no puede enorgullecerse en recitar una larga lista de crueldades, por muy hábilmente que hayan sido proyectadas. Por lo tanto, apelo a usted, en nombre de la humanidad para que detenga la guerra.

    Intento, pues dirigir una apelación conjunta a usted y al señor Mussolini, a quien tuve el privilegio de conocer cuando estuve en Roma, con ocasión de mi última visita a Inglaterra como delegado de la Conferencia de la Tabla Redonda. Espero que el señor Mussolini considere esta apelación dirigida también a él con los naturales cambios”.

   Ambas cartas, de gran valor histórico, se encuentran en exhibición en Mani Bhavan, ubicado en Bombay, India, lugar donde el rebelde pacífico Mahatma Gandhi vivió durante casi dos décadas de su heroica vida.

Mahatma Gandhi, líder pacifista.