Por Mijaíl Bakunin.
El efecto de los Grandes Principios
Proclamados por la Revolución francesa. Desde aquel tiempo, cuando la Revolución bajó a las masas su
Evangelio -no el místico sino el racional, no el celestial sino el terrenal, no
el divino sino el Evangelio humano, el Evangelio de los Derechos del Hombre-
desde entonces proclamó que todos los hombres son iguales, que todos los
hombres tienen derecho a la libertad y la igualdad; las masas de todos países
europeos, de todo el mundo civilizado, despertaron entonces, gradualmente, del
sueño que los había mantenido en la esclavitud desde que la Cristiandad los
drogó con su opio, y comenzaron a preguntarse si ellos también tenían el
derecho a la igualdad, a la libertad, y a la humanidad.
En cuanto esta pregunta ha sido planteada, la gente, guiada por su
admirable sentido común, así como por sus instintos, se dio cuenta de que la
primera condición para su emancipación verdadera, o humanization, era, por sobre todo, un cambio radical en su
situación económica. La primera pregunta, justamente, estaba relacionada con el
pan de cada día, pues como ha sido ya notado por Aristóteles, el hombre, para
pensar, para sentirse libre, para hacerse hombre, debe ser liberado de los
cuidados materiales de la vida diaria. En realidad, el burgués, quien está tan
vociferante en sus greguerías contra el materialismo de la gente y quien
predica a ellos las abstinencias del idealismo, lo sabe muy bien, ya que ellos mismos
lo predican sólo con la palabra mas no con el ejemplo.
La segunda pregunta que surge entre las personas, la del ocio
luego del trabajo, es también condición indispensable de humanidad. Pero pan y
ocio nunca pueden obtenerse independientes de una transformación radical de la
sociedad existente, y eso explica por qué la Revolución, obligada por las
implicaciones de sus propios principios, dio a luz al Socialismo.
El socialismo es la Justicia... El socialismo es la justicia. Cuando hablamos de justicia,
entendemos por esta no la justicia contenida en los Códigos y en la
jurisprudencia Romana -los cuales se han basado, en gran medida, sobre las
verdades de la violencia alcanzada por la fuerza, violencia consagrada por
tiempo y las bendiciones de alguna iglesia u otro (cristiano o pagano), y por
lo cual se ha aceptado como principio absoluto, que toda ley debe ser deducida
por un proceso de razonamiento lógico- no, hablamos de aquella justicia que
está basada únicamente sobre la conciencia humana, la justicia que ha de ser
encontrada en el conocimiento de cada hombre -hasta en los de niños- y que
puede ser expresada en una sola palabra: equidad.
Esta justicia universal que, debido a las conquistas por la fuerza
y a las influencias religiosas, aún nunca ha prevalecido en los ámbitos
políticos, jurídicos o económicos, debería hacerse la base del nuevo mundo. Sin
ella no puede haber ni libertad, ni república, ni prosperidad, ni paz. Es ella
entonces quien debe gobernar nuestras resoluciones para que trabajemos con
eficiencia en el establecimiento de la paz. Y es esta justicia, la que nos
impulsa a asumir la defensa de los intereses de la gente terriblemente
maltratada y a exigir su emancipación económica y social con libertad política.
El Principio Básico del Socialismo. No proponemos aquí, caballeros,
este u otro sistema socialista. Aquello que ahora exigimos es la proclamación
nuevamente del gran principio de la Revolución francesa: que cada ser humano
pueda poseer los medios materiales y morales para poder desarrollar así su
humanidad, un principio que, en nuestra opinión, debe ser traducido en el
siguiente problema:
Organizar la sociedad de tal manera
que cada individuo, hombre o mujer, pueda hallar, al entrar en la vida, medios
aproximadamente equivalentes para el desarrollo de sus diversas facultades y de
su ocupación laboral. Y organizar dicha sociedad de tal forma que haga
imposible la explotación de algún trabajador, lo cual permitirá a cada
individuo disfrutar de la riqueza social, la cual, en realidad sólo se produce
por el trabajo colectivo; pero sólo para disfrutarla en cuanto él contribuya
directamente hacia la creación de dicha riqueza.
Rechazo al Socialismo Estatatista. La consecución de esta tarea desde
luego tomará cientos de años de desarrollo. Pero la historia ya la ha traído
ante nosotros y de aquí en adelante no podemos hacer caso omiso a ella sin
condenarnos a declarar nuestra total impotencia. Nos apresuramos en agregar
aquí que enérgicamente rechazamos cualquier tentativa de organización social
que no admita la libertad más amplia tanto de los individuos como de las
organizaciones, o que requiera la instauración de cualquier régimen de poder.
En nombre de la libertad, la cual reconocemos como fundamento único y único
principio creativo de la organización, económica o política, protestaremos
contra todo aquello que remotamente pueda parecerse al Comunismo Estatatista, o
al Socialismo Estatatista.
Abolición del Derecho de Herencia. La única cosa que, en nuestra
opinión, el Estado puede y debería hacer es modificar poco a poco la ley de
herencia para llegar cuanto antes a su completa abolición. Aquella ley es
puramente una creación del Estado, y una de las condiciones de existencia misma
del Estado autoritario y divino, y ella puede y debería ser suprimida por la
libertad en el Estado. En otras palabras, el Estado debería disolverse en una
sociedad libremente organizada de acuerdo con los principios de justicia. El
derecho de herencia, en nuestra opinión, debiera suprimirse, ya que mientras
exista perdurará la desigualdad económica hereditaria, no la desigualdad
natural de los individuos, sino la desigualdad artificial de clases -y ello
siempre engendrará la desigualdad hereditaria en el desarrollo y la formación
de las mentes, y cuya continuación sería la fuente y la consagración de todas
las desigualdades políticas y sociales. La tarea de la justicia es establecer
la igualdad para cada uno, pues aquella igualdad dependerá de la organización
económica y política de la sociedad- una igualdad con la que cada uno va a
comenzar su vida, y por la que cada uno, dirigido en su propia naturaleza, será
el producto de sus propios esfuerzos. En nuestra opinión, la propiedad de los
difuntos debería acumularse a los fondos sociales para la instrucción y la
educación de los niños de ambos sexos, que incluye la manutención de ellos
desde su nacimiento hasta que alcancen la mayoría de edad. Como eslavos y como
rusos, queremos agregar lo que consideramos una idea social fundamental, la
cual se basa sobre el instinto general y tradicional de nuestros pueblos, y que
consiste en que la propiedad de toda la gente, debería ser poseída sólo por
aquellos que le cultivan con sus propias manos.
Somos unos convencidos, caballeros, de que este principio es
justo, que es la condición esencial e inevitable de toda reforma social seria,
y, por consiguiente, Europa Occidental a su turno no dudará en reconocer y
aceptar este principio, no obstante las dificultades de su realización en países
como Francia, por ejemplo, en donde la mayoría de campesinos posee la tierra
que ellos cultivan, pero en donde la mayor parte de esos mismos campesinos
pronto terminarán por no poseer nada, debido al parcelamiento de la tierra que
viene como resultado inevitable del sistema político y económico que ahora
prevalece en Francia. Sin embargo, nos abstendremos de ofrecer cualquier oferta
contra la pregunta de tierra... Nos limitaremos ahora a proponer la siguiente
declaración:
La Declaración del Socialismo. "Convencidos de que la realización seria de la libertad, la justicia, y la paz será imposible mientras que la mayoría de la población se halle desposeída de las elementales necesidades, mientras estén privados de la educación y condenados a la insignificancia y a la esclavitud política y social -de hecho, si no por la ley, por la pobreza así como por la necesidad de trabajar sin descanso u ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo ahora está orgulloso, y recibiendo a cambio sólo una pequeña parte de la torta, la que apenas basta para asegurar su sustento para al día siguiente;
La Declaración del Socialismo. "Convencidos de que la realización seria de la libertad, la justicia, y la paz será imposible mientras que la mayoría de la población se halle desposeída de las elementales necesidades, mientras estén privados de la educación y condenados a la insignificancia y a la esclavitud política y social -de hecho, si no por la ley, por la pobreza así como por la necesidad de trabajar sin descanso u ocio, produciendo toda la riqueza de la que el mundo ahora está orgulloso, y recibiendo a cambio sólo una pequeña parte de la torta, la que apenas basta para asegurar su sustento para al día siguiente;
"Convencidos de que para las
masas del pueblo, terriblemente maltratadas durante siglos, el problema del pan
es el problema de la emancipación mental, de la libertad y la humanidad;
"Convencidos de que libertad
sin Socialismo es privilegio e injusticia y que Socialismo sin libertad es
esclavitud y brutalidad;
"La Liga [para la Paz y la Libertad] con fuerza proclama la necesidad de una
radical reconstrucción económica y social, que tenga como objetivo la
emancipación de los trabajadores del yugo del capital y los terratenientes, una
reconstrucción basada en la más estricta justicia - ni justicia jurídica ni
teológica ni metafísica, sino justicia simplemente humana - basada en la
ciencia positiva y en la libertad más amplia."
Organización de las Fuerzas productivas
en reemplazo del Poder Político. Es necesario suprimir completamente, en principio y de hecho, todo
aquello que llaman el poder político; pues, mientras que el poder político
exista, habrá gobernantes y gobernados, amos y esclavos, explotadores y
explotados. Una vez suprimido, el poder político debería ser substituido por la
organización de las fuerzas productivas y el servicio económico.
No obstante el enorme desarrollo de los estados modernos -un
desarrollo que en su fase última, de forma bastante lógica, reduce el Estado a
una absurdidad-, se hace evidente que los días del Estado y el principio
Estatal están contados. Ya podemos ver el advenimiento de la total emancipación
de las masas trabajadoras y su libre organización social, libre de la
intervención gubernamental, formada por la asociación económica de las personas
y dejando de lado todas las viejas fronteras Estatales y las distinciones
nacionales, fundamentado ello sólo en el trabajo productivo, el trabajo
humanizado; poseyendo un interés común a pesar de su diversidad.
El Ideal del Pueblo. Desde luego, este ideal aparece ante
el pueblo significando el fin de sus necesidades, el fin de la pobreza, y la
satisfacción plena de todos sus requerimientos materiales mediante el trabajo
colectivo, igual y obligatorio para todos, y luego, como el final de la
dominación, y como la organización libre de las vidas de las personas conforme
a sus necesidades -no desde la cima hacia abajo, como lo tenemos en el Estado,
sino de abajo a arriba, una organización formada por el pueblo mismo,
independiente de gobiernos y parlamentos, una unión libre en asociaciones de
trabajadores agrícolas y de fábrica, en comunas, regiones, y naciones, y
finalmente, en el futuro más remoto; la hermandad humana universal, que triunfa
por sobre las ruinas de todos los Estados.
El Programa de una Sociedad Libre. Fuera del sistema Mazziniano que es
el sistema de la república en forma de un Estado, no hay ningún otro sistema
sino el de la república como una comuna, la república como una federación, una
república genuinamente socialista y popular -el sistema del Anarquismo. Esta es
la política de la Revolución Social, que apunta a la abolición del Estado, y la
económica, que libera totalmente las organizaciones de la gente, una
organización de abajo hacia arriba, mediante una federación.
... No habrá ninguna posibilidad de la existencia de un gobierno
político, ya que este gobierno será transformado en una administración simple
de asuntos comunes.
Nuestro programa puede ser resumido en unas pocas palabras:
- Paz, emancipación, y la felicidad de los oprimidos.
- Guerra contra todos los déspotas y opresores.
- Restitución total a los trabajadores: todo el capital, las fábricas, y todos los instrumentos de trabajo y materias primas deben ir a las asociaciones, y la tierra a los que la cultivan con sus propias manos.
- Libertad, justicia y fraternidad con respecto a todos los seres humanos sobre la tierra.
- Igualdad para todos.
- A todos, sin distinción alguna, todos los medios de desarrollo y educación, e iguales posibilidades de vida mientras trabajan.
- La organización de una sociedad mediante una federación libre, desde abajo hacia arriba, de asociaciones de trabajadores, tanto industriales como asociaciones agrícolas, científicas y literarias - primero en una comuna, luego una federación de comunas en regiones, de regiones en naciones, y de naciones en la asociación fraternal internacional.
Táctica Correcta Durante una
Revolución. En
una revolución social, en todo opuesta diametralmente a una revolución
política, los individuos apenas y cuentan, mientras que la acción espontánea de
las masas lo es todo. Todo lo que los individuos pueden hacer es clarificar,
propagar, y desarrollar las ideas que corresponden al instinto popular, y, cosa
aun más importante, contribuir con sus esfuerzos incesantes a la organización
revolucionaria del poder natural de las masas. Pero nada más que eso; el resto
sólo podrá hacerlo el propio pueblo. Cualquier otro método llevaría a la
dictadura política, al resurgimiento del Estado, de los privilegios, de las
desigualdades, y de todas las opresiones estatales; es decir, llevaría de una
forma indirecta, aunque lógica al restablecimiento de la esclavitud política,
económica y social de las masas populares.
Como todos los socialistas sinceros, y en general como todos los
trabajadores nacidos y crecidos entre el pueblo, Varlin y sus amigos
compartieron en grado sumo este prejuicio perfectamente legítimo contra la
iniciativa procedente de individuos aislados, contra el dominio ejercido por
individuos superiores; siendo sobre todo coherentes, extendieron el mismo
prejuicio y la misma desconfianza a sus propias personas.
La Revolución por Decretos está
Condenada al Fracaso. Frente
a las ideas de los comunistas autoritarios -ideas falaces, en mi opinión- de
que la Revolución Social puede ser decretada y organizada por medio de una
dictadura o de una Asamblea Constituyente, nuestros amigos, los socialistas
parisinos, sostienen que la revolución sólo puede ser emprendida y llevada a su
pleno desarrollo a través de la acción masiva continua y espontánea de grupos y
asociaciones populares.
Nuestros amigos parisinos tienen mil veces razón. Porque, en
realidad, no hay cerebro, por muy genial que sea, o -si hablamos de la
dictadura colectiva de algunos centenares de individualidades supremamente
dotadas no hay combinación de intelectos capaz de abarcar toda la infinita
multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades
reales que Constituyen en su totalidad la voluntad colectiva del pueblo; no
existe intelecto capaz de proyectar una organización social que pueda
satisfacer a todos y cada uno.
Tal organización será siempre un lecho de Procusto en el que la
violencia, más o menos sancionada por el Estado forzaría a la desdichada
sociedad. Pero este es un viejo sistema de organización, basado sobre la
fuerza, que la Revolución Social suprimirá para dar plena libertad a las masas,
los grupos, Comunas, asociaciones e individualidades, destruyendo de una vez
por todas la causa histórica de toda violencia: la misma existencia del Estado
cuya caída supondrá la destrucción de todas las iniquidades del derecho
jurídico y de todas las falsedades de los diversos cultos -derechos y cultos
que han sido siempre, los canonizadores complacientes, tanto en el terreno ideal como
en el real, de toda la violencia representada, garantizada y autorizada por el
Estado.
Es evidente que sólo cuando el Estado haya dejado de existir, la
humanidad obtendrá su libertad, y que sólo entonces encontrarán su auténtica
satisfacción los verdaderos intereses de la sociedad, de todos los grupos, de
todas las organizaciones locales y, en consecuencia, de todos los individuos
que forman tales organizaciones.
La Libre Organización Seguirá a la
Abolición del Estado. La
abolición del Estado y de la Iglesia debe ser la condición primera e
indispensable para la emancipación efectiva de la sociedad. Sólo después la
sociedad podrá y deberá empezar su propia reorganización que, sin embargo, no
debe efectuarse de arriba abajo, ni de acuerdo con algún plan ideal proyectado
por unos pocos sabios o filósofos, ni mediante decretos promulgados por algún
poder dictatorial, o incluso por una Asamblea Nacional u elegida por sufragio
universal. Tal sistema, como ya se ha dicho, llevaría inevitablemente a la
formación de una aristocracia gubernamental, es decir, a una clase de personas
que nada tiene en común con las masas del pueblo; y esta clase volvería con
toda certeza a explotar y someter a las masas bajo el pretexto del bienestar
común o de la salvación del Estado.
La Libertad debe ir de la Mano con
la Igualdad. Soy
un partidario convencido de la igualdad económica y social porque sé que, sin
esta igualdad, la libertad, la justicia, la dignidad humana, la moral y el
bienestar de los individuos, como también la prosperidad de las naciones, no
son sino otras tantas falsedades. Pero como soy al mismo tiempo un partidario
de la libertad, primera condición de la humanidad, creo que la igualdad debería
establecerse en el mundo por la organización espontánea del trabajo y la
propiedad colectiva, por la libre organización de las asociaciones de
productores en comunas y la libre federación de las comunas pero de ningún modo
mediante la acción suprema y tutelar del Estado.
La Diferencia entre los
Revolucionarios Autoritarios y Libertarios. Este punto separa fundamentalmente a los colectivistas o
socialistas revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la
absoluta iniciativa del Estado. La meta de ambos partidos es idéntica: ambos
partidos desean la creación de un nuevo orden social basado exclusivamente
sobre el trabajo colectivo en condiciones económicas iguales para todos -es
decir, en condiciones de propiedad colectiva de los medios de producción.
Pero los comunistas imaginan que esto puede lograrse mediante el
desarrollo y la organización del poder político de las clases trabajadoras,
encabezadas por el proletariado de la ciudad con ayuda del radicalismo burgués;
mientras los socialistas revolucionarios, enemigos de toda alianza ambigua,
creen que este objetivo común no puede lograrse a través de la organización
política sino mediante la organización social (y, por tanto, antipolítica) y el
poder de las masas trabajadoras de las ciudades y los pueblos, incluyendo
además a todos los que, a pesar de pertenecer por nacimiento a las clases
altas, han roto voluntariamente con su pasado y se han unido abiertamente al
proletariado aceptando su programa.
Los Métodos de los Comunistas y los
Anarquistas. De
ahí la existencia de dos métodos diferentes. Los comunistas creen que es
necesario organizar las fuerzas de los trabajadores para tomar posesión del
poder político estatal. Los socialistas revolucionarios las organizan con
vistas a destruir, o si preferís una expresión más refinada, a liquidar el
Estado. Los comunistas son partidarios del principio y la práctica de la
autoridad, mientras los socialistas revolucionarios sólo ponen su fe en la
libertad. Ambos son partidarios por igual de la ciencia, que debe destruir la
superstición y ocupar el lugar de la fe; pero los primeros quieren imponer la
ciencia al pueblo, en tanto que los colectivistas revolucionarios intentan
difundir la ciencia y el conocimiento entre el pueblo, para que los diversos grupos
de la sociedad humana, una vez convencidos por la propaganda, puedan
organizarse y combinarse, espontáneamente, en federaciones, de acuerdo con sus
tendencias naturales y sus intereses reales, pero nunca de acuerdo con un plan
trazado previamente e impuesto a las masas ignorantes por algunas inteligencias
"superiores".
Los Socialistas revolucionarios creen que existe mucha más razón
práctica e inteligencia en las aspiraciones instintivas y las necesidades
reales de las masas populares que en las profundas inteligencias de todos esos
instruidos doctores y tutores autodesignados de la humanidad, quienes teniendo
ante sus ojos los ejemplos lamentables de tantos intentos abortados de hacer
feliz a la humanidad, intentan todavía seguir trabajando en la misma dirección.
Pero los socialistas revolucionarios creen, al contrario, que la humanidad se
ha dejado gobernar durante largo tiempo, demasiado largo, y que la raíz de sus
desgracias no reside en esta o en aquella forma de gobierno, sino en el
principio y en la misma existencia del gobierno, sea cual fuere su naturaleza.
Es esta diferencia de opinión, que ya se ha hecho histórica, la
vigente en la actualidad entre el comunismo científico, desarrollado por la
escuela alemana y aceptado parcialmente por los socialistas americanos e
ingleses, y el proudhonismo, desarrollado extensamente y llevado a sus últimas
conclusiones y aceptado hoy por el proletariado de los países latinos. El
socialismo revolucionario ha hecho su primera aparición brillante y práctica en
la Comuna de París.
En la bandera pangermánica está escrito: Conservación y
fortalecimiento del Estado a cualquier precio. Por el contrario, en nuestra
bandera, la bandera socialista-revolucionaria, está grabada con letras
orgullosas y Sangrientas: la destrucción de todos los Estados, la aniquilación
de la civilización burguesa, la organización libre y espontánea de abajo arriba
por medio de las asociaciones libres, la organización de la chusma incontrolada
de trabajadores, de toda la humanidad emancipada, y la creación de un nuevo
mundo universalmente humano.
Antes de crear o más bien antes de ayudar al pueblo a crear esta
nueva organización es necesario conseguir una victoria. Es necesario derrocar
lo que es para poder establecer lo que debe ser...
Mijaíl Bakunin |