Hace más de un siglo que se viene conmemorando en cada
primero de mayo una jornada combativa por las reivindicaciones de diversas mejoras
laborales, causas que le han costado miles de muertos a la clase obrera y
explotada en esta relación permanente y existencial sobre la que se mantiene
esta sociedad capitalista.
La prensa y los instrumentos de poder de la burguesía
durante décadas han tratado de modificar el sentido esencial de esta fecha.
“Día del trabajo”, pensado como un franco o un día descanso dominical más.
Eficaz para palear los dolores causados por el agobiante trabajo en las
fábricas, o para aprovechar las delicias gastronómicas de cada región y de
ofrecer alabanzas en la iglesia.Sin embargo, producto de la memoria de los millones de obreros y obreras de todo el mundo que aún reivindican a los caídos que, cayendo de pie anhelaron una sociedad mejor y más equitativa, es que se conoce y se transmite el verdadero mensaje y espíritu de esta fecha, para nada alegre pero sumamente reconfortante para nosotros, los oprimidos.
¿Por qué el
1º de mayo?
Todo se remite a Chicago, Estados Unidos. A fines de abril
de 1886, cuando un grupo de obreros anarquistas comenzó una campaña
emancipadora, buscando lograr que la jornada promedio de trabajo durase 8 horas
(para entonces, duraban entre 12 y hasta 18 horas). Sucesivamente, convocaron a
una manifestación, que por cierto fue masiva, para el 1º de mayo, a la cual acudieron
200.000 personas; y la misma se extendió entre los días 2 y 3 como reflejo de
la necesidad de resistir ante las feroces represiones que emprendías las
fuerzas policiales estadounidenses. El resultado de ellas fueron dos trabajadores
muertos, y la consecutiva decisión por parte de los manifestantes de organizar una
nueva protesta para el día próximo.
El 4 de mayo de 1886, más de 20.000 trabajadores se
levantaron frente a Haymarket Square (Plaza del Mercado del Heno) como respuesta
a la mortífera represión desatada contra ellos durante los tres días
anteriores. Esta manifestación se encontraba ‘permitida’ por las autoridades
locales por ser pacífica, pero a su culminación la siguió una lógica arremetida
policial contra los que aún quedaban concentrados, procurando dispersarlos.
Según el relato oficial, en el desconcierto de la situación por aquellas horas,
uno de los trabajadores, al cual nunca se lo pudo identificar y esto llevó a
sospechar sobre la incursión de algún provocador financiado por la patronal,
arrojó una bomba que ocasionó la muerte de 7 uniformados y unos 60 de ellos
heridos. Esto provocó la reacción de las fuerzas del orden, que se tradujo en
una salvaje represión policial que, al cabo de unos pocos minutos, produjo
decenas de muertos (en total fueron 80 asesinados y alrededor de 200 heridos).
La ‘Revuelta de Haymarket’ pasaría a ser un hito en la historia del movimiento
obrero; signo de orgullo, organización y rebelión de nuestra clase contra el régimen burgués que aun hoy nos domina.
En las horas siguientes se declaró el estado de sitio (en
otras palabras, ‘caza del anarquista’) y se encarceló a cientos de obreros,
aunque se imputaron a 31, entre los que se encontraban algunos líderes sindicales
anarquistas, de renombre global por sus participaciones en la Internacional.
Ellos eran ocho: Adolph Fischer, Augusto Spies, Albert Parsons, George Engel,
Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe.
George Engel, un alemán de 50 años que había emigrado hacia
Norteamérica en búsqueda de prosperidad económica y se encontraba a punto de
morir, alcanzó a decir ante el tribunal: "¿En
qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un
sistema social donde sea imposible que mientras unos amontonan millones otros
caen en la degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para
todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser
utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de
la naturaleza, y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, la
libertad, el bienestar". Por su parte, el día anterior al ahorcamiento
de los cuatro, Lingg se suicidó con una bomba casera que había preparado en la
cárcel, impidiendo así la aplicación de la “justicia del sistema” sobre su
persona. Michael Schwab y Samuel Fielden fueron condenados a prisión perpetua y
Oscar Neebe, a 15 años de encarcelamiento. No obstante, estos últimos tres no cumplieron la totalidad de sus penas.
El 26 de junio de 1893 se indultó a Samuel Fielden, Oscar
Neebe y Michael Schwab, gracias a la petición formal que firmaron 60.000
personas y que fue acatada por el alcalde de Illinois, John Atlgeld, quien
también les otorgó el “perdón absoluto”, luego de revisar los archivos de la
causa y comprender las tantas irregularidades de la condena.La Conferencia Internacional de Trabajadores de 1889 que celebró el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en París, decidió que el 1º de mayo de cada año se lo conmemorara como el “Día Internacional de los trabajadores”, una jornada que debería significar lucha por las reivindicaciones obreras y en memoria de los compañeros caídos en 1886, los "Mártires de Chicago".
A 129 años de la Revuelta de Haymarket
Nos encontramos a 129 años de aquella heroica jornada, que le
valió la vida a grandes luchadores, para convertirse en mártires de la clase
obrera y, que al mismo tiempo, permitió direccionar la senda combativa que los
trabajadores debían seguir para alcanzar una de las reivindicaciones más
postergadas, y tan necesaria: la jornada laboral de 8 horas.
La legislación laboral avanzó en el último tiempo, no obstante, esto no implica que los problemas de los trabajadores se encuentren solucionados. Muy lejos de ello, el desarrollo de las maquinarias, la racionalización científica de los métodos de trabajo y la concentración económica de las grandes empresas denigran las condiciones y aspiraciones de progreso de los obreros.
Así como los Mártires de Chicago cayeron luchando por la jornada de 8 horas, hoy son reprimidos, asesinados, aprehendidos o condenados a cadena perpetua, miles por organizarse, por desarrollar una ideología libertadora, por realizar cortes, protestas o huelgas contra las patronales, los empresarios y los gobiernos al servicio de éstos.
No hay mejor demostración de fidelidad a los principios defendidos por los revoltosos de Haymarket, que reproduciendo su praxis.
'Revuelta de Haymarket' |