domingo, 29 de marzo de 2015

Segregación racial en Estados Unidos






   Mediados del siglo XX. Exactamente, el primer día del mes de diciembre del año 1955. Montgomery, estado de Alabama, norte de Estados Unidos. Una mujer de tez negra llamada Rosa Parks, pero mejor conocida por la historia como la “primera dama de los derechos civiles”, se negaba a cederle el asiento a un hombre blanco, pese al estricto pedido del chofer del ómnibus público. Por este hecho, fue encarcelada por su mala conducta contra el orden.
   Aquel hecho produjo la gloriosa protesta a los colectivos públicos en aquella ciudad de Alabama, liderada por Martin Luther King y Johnnie Carr, y que logró que la Corte Suprema aprobara la inconstitucionalidad de la segregación en el transporte público.

 
   Primera década del siglo XXI. Año 2008. Con el 45% del voto de la gente blanca a su favor, y en una de las elecciones con mayor cantidad de votantes hacia un candidato en la historia estadounidense, un afroamericano lograba acceder al escalón máximo de la Casa Blanca. Reelegido en 2013, Barack Obama suponía el comienzo por fin, del tan anhelado fin de la segregación racial.
   Las esperanzas del cambio en el pensamiento racista de la sociedad estadounidense, para contribuir al bienestar de la población más oprimida, eran las banderas que debería defender el primer presidente afroamericano. Se suponía entonces, que los “negros” habían llegado al poder, tras siglos de esclavismo y explotación padecidos. Sin embargo, las estadísticas, las opiniones de la gente “de color” y la estructura racial que evidentemente se mantiene en la actualidad, redoblan los sueños generados hace 7 años.


   Si bien tras la lucha del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos que logró la aprobación del Acta para los Derechos Civiles de 1964, la población negra consiguió que se prohibiera la segregación racial en los colegios, el sistema electoral, los empleos y en los servicios públicos, jamás se destruyó el racismo que aún perdura en millones de conciencias, pensamientos y prácticas consecuentes de los ciudadanos estadounidenses.
   La población blanca actualmente, y como siempre lo ha hecho desde la independencia en 1776, controla el poder central. Salvo la presidencia, domina el resto de las instituciones estatales, la Justicia, la oposición republicana, los puestos de trabajo, y por lógica, su gente contempla las mejores condiciones de vida.

   Según datos oficiales del censo nacional 2010 de los Estados Unidos, las familias de raza blanca poseen riquezas veinte veces superiores a las poseídas por familias de raza negra. Esta diferencia se triplicó desde 1985, por lo que la situación de la brecha socioeconómica entre razas durante el gobierno de Obama, se agravó enormemente. La segregación ya no es sólo racial dentro de la sociedad, si no también económica.
 
 
   El índice de pobreza entre afroamericanos -29%-, que aumentó en el último tiempo, es tres veces más alto que el de los blancos -9.5%-. Por su parte, en el sector laboral, la tasa de desempleo de la población negra es de 11.4%, más del doble que la de la población blanca -5.3%-. De los empleados formales, los trabajadores “de color” obtienen sueldos promedio por un 25% menos que si al trabajo lo haría una persona de piel clara. Ni siquiera la experiencia laboral o los buenos promedios académicos igualan en condiciones de conseguir y/o mantener un empleo formal, a una persona negra con respecto a una blanca.


   La población afroamericana conforma el 12% de los más de 300.000.000 de ciudadanos estadounidenses. No obstante, la estigmatización sobre ella, genera la sucesiva criminalización permanente por las autoridades policiales, judiciales y gubernamentales. Ello nos permite comprender que el 36% de los presos del país sean negros. Además, de ellos, casi el 75% recibe cadena perpetua, mientras que el promedio en el total de la población es menor, -59%-.
   “Los negros son detenidos y encarcelados con mayor frecuencia porque son quienes más crímenes cometen” definió hace unos años un vocero del servicio de inteligencia FBI, quien también dio a conocer que más del 30% de todos los delitos (robos, homicidios, tráfico de estupefacientes o posesión de ellos) eran cometidos por afroamericanos, quienes representan más del 40% del total de la población carcelaria, y la mitad de las víctimas de homicidios.

   Se ha determinado que una de cada tres personas negras pasarán por la cárcel. Pero en los blancos, sólo uno de cada veinte lo hará. Al mismo tiempo, las condenas a negros pueden llegar a ser 10% superiores a las recibidas por un blanco, por el mismo delito.


La explotación y sumisión, hasta ahora, únicos destinos de los negros.

 

Como en los 60', pero en el nuevo siglo 


   El 9 de agosto de 2014 se produjo el asesinato de Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, a manos del policía Darren Wilson, en la localidad de Ferguson, estado de Missouri. Tras el juicio, y la total libertad concedida al criminal asesino, el pueblo de Ferguson (que cuenta con un 70% de población negra) se manifestó innumerables veces contra el aparato represivo y las instituciones que imparten justicia, costándole cientos de detenidos, y muchos heridos.

   Darren Wilson no fue asesinado por quebrantar el orden público ni la ley, si no que su homicidio permitió visualizar una vez más, la xenofobia con que la sociedad blanca estadounidense trata a sus pares morenos, hasta el hecho de producir asesinatos.

El pueblo de Ferguson se movilizó varias veces en contra del racismo y la falta de justicia para Darren Wilson.
 

   Como en los años 60, cuando la estrategia pacifista del movimiento liderado por Martin Luther King cosechaba sus frutos, tras el asesinato de Malcolm X y decadencia de su política racista y agresiva contra la raza blanca, la gente hoy comienza a organizarse y manifestarse contra el régimen segregacionista que los oprime.

   Ya quedó claro que poseer un presidente negro, no significó ni permitió impulsar medidas para construir el cambio necesario para la abolición del racismo y la xenofobia que la sociedad estadounidense ejerce no sólo contra el resto del mundo, si no también contra miembros propios. Afroamericanos, hispanos, judíos y demás también pertenecen a la misma.

   Los negros, los nadies. Ellos. Los que se encuentran en el último peldaño de la agenda de cada gobierno, son quienes deberán encaminar una nueva lucha para poner fin a la segregación racial y económica que están sufriendo. Una lucha que reivindique a la población negra en su conjunto y que logre asegurarle a las nuevas generaciones, identidad respetada, igualdad y libertad.