Dmitrov, 4 de Marzo de 1920.
Estimado Vladimir Illich
Lenin:
Bastantes empleados del
Departamento Postal y Telegráfico han venido a mí con la petición de que ponga a
su atención la información sobre su desesperada situación. Puesto que este
problema no sólo concierne al Comisariado de Correos y Telégrafos únicamente,
sino también a la condición general de la vida cotidiana en Rusia, me he apresurado
a transmitir su demanda.
Usted sabe, por supuesto,
que vivir en el Distrito de Dmitrov con el salarlo que estos empleados reciben
es absolutamente imposible. Es imposible siquiera comprar un kilo de papas con
él; sé de ésto por mi experiencia personal. A cambio, ellos piden jabón y sal
de los que no hay nada. Desde que el precio de la harina subió, es imposible
comprar ocho libras de grano y cinco libras de trigo.
Resumiendo, sin recibir
provisiones, los empleados están condenados a una muy real hambruna. Entre
tanto, paralelamente al alza de precios, las magras provisiones que los
empleados de Correo y Telégrafo han recibido del Centro de Abastecimiento del
Comisariado de Correo y Telégrafo, mismas que fueron acordadas en referencia al
decreto del 15 de agosto de 1918: ocho libras de trigo por empleado y cinco
libras más por cada miembro de la familia incapaz de trabajar, no han sido
enviadas de dos meses a la fecha. Los centros locales de abasto no pueden
distribuir sus provisiones, y la petición que los cientoveinticinco empleados
del área de Dmitrov han hecho a Moscú, continúa sin respuesta. Hace un mes, uno
de los empleados le escribió a usted personalmente, pero hasta ahora no ha
recibido respuesta.
Considero un deber el dar
testimonio de que la situación de estos empleados es verdaderamente
desesperada. Eso es obvio al ver sus rostros. Muchos se están preparando para
dejar su hogar sin saber a dónde ir. Y entre tanto, es justicia señalar que
realizan su trabajo conscientemente; se han familiarizado con su trabajo, y
perder tales trabajadores no será útil para la vida de la comunidad local en
ningún aspecto. Sólo añadiré que todas las categorías de empleados soviéticos
en otras ramas del trabajo se encuentran en la misma desesperada situación.
En conclusión, no pude
evitar mencionar algunos aspectos de la situación general al escribirle. Vivir
en un gran centro como Moscú imposibilita conocer las verdaderas condiciones
del país. El conocer verdaderamente las experiencias comunes implica que uno
viva en las provincias, en contacto directo y cerca de la vida cotidiana con
las necesidades y los infortunios de los famélicos adultos y niños que se
acercan a las oficinas a demandar siquiera el permiso para poder adquirir una
lámpara barata de queroseno. No tienen solución todas estas desventuras para
nosotros ahora.
Es necesario acelerar la
transición a condiciones más normales de vida. Nosotros no continuaremos de
esta manera por mucho tiempo; vamos hacia una catástrofe sangrienta.
Una cosa es indiscutible.
Aún si la dictadura del proletariado fuera un medio apropiado para enfrentar y
poder derruir al sistema capitalista, lo que yo dudo profundamente, es
definitivamente negativo, inadecuado para la creación de un nuevo sistema
socialista. Lo que si es necesario son instituciones locales, fuerzas locales;
pero no las hay, por ninguna parte. En vez de eso, dondequiera que uno voltea
la cabeza hay gente que nunca ha sabido nada de la vida real, que está
cometiendo los más graves errores por los que se ha pagado un precio de miles
de vidas y la ruina de distritos enteros.
Sin la participación de fuerzas
locales, sin una organización desde abajo de los campesinos y de los trabajadores
por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida.
Pareció que los soviets iban
a servir precisamente para cumplir esta función de crear una organización desde
abajo. Pero Rusia se ha convertido en una República Soviética sólo de nombre.
La influencia dirigente del "partido" sobre la gente,
"partido" que está principalmente constituido por los recién llegados
-pues los ideólogos comunistas están sobre todo en las grandes ciudades-, ha
destruido ya la influencia y energía constructiva que tenían los soviets, esa
promisoria institución. En el momento actual, son los comités del partido, y no
los soviets, quienes llevan la dirección en Rusia. Y su organización sufre los
defectos de toda organización burocrática.
Para poder salir de este
desorden mantenido, Rusia debe retomar todo el genio creativo de las fuerzas
locales de cada comunidad, las que, según yo lo veo, pueden ser un factor en la
construcción de la nueva vida. Y cuando más pronto la necesidad de retomar este
camino sea comprendida, cuanto mejor ser~ La gente estará entonces dispuesta y
gustosa a aceptar nuevas formas sociales de vida. Si la situación presente
continúa, aún la palabra "socialismo" será convertida en una
maldición. Esto fue lo que pasó con la concepción de "igualdad" en
Francia durante los cuarenta años después de la dirección de los jacobinos.
Con camaradería y afecto.
Piotr Kropotkin