Han pasado casi seis meses de la desaparición forzada ocurrida
en Iguala y aún no se sabe que ocurrió con los 43 normalistas tras su
desaparición.
¿Fueron asesinados? ¿Están con vida, pero secuestrados? Pese a
las distintas hipótesis, entre estas dos posibilidades, se halla la verdadera.
Los jóvenes eran especiales. No es fácil hallar mentes que
sueñan y luchan por un futuro mejor para la sociedad. Los normalistas de la
Escuela Normal Rural de Ayotzinapa tenían tradición rebelde. Ya se habían
curtido por protestas, movilizaciones y hasta de represiones por parte del
Ejército, llevando en sus espaldas, dos muertos producto de la represión de
diciembre de 2011, cuando boquearon la Autopista de Sol como medida de protesta
para que se cumpliera la demanda de reparaciones para la institución educativa,
el aumento de inversión estatal y la garantización de trabajo docente para los
egresados de la Normal Rural. Según los testigos del nefasto acontecimiento,
los disparos que terminaron con la vida de los dos normalistas, fueron
producidos por policías.
Tres años después de la masacre en la autopista, que quedó
sin resolución y sin responsables, el aparato represivo del corrupto Estado
Mexicano en complicidad con el grupo terrorista pro-narco de Guerreros Unidos,
provocó la muerte de 7 personas, 17 heridos y la desaparición de los 43
normalistas durante la noche del 26 de septiembre de 2014.
Recientemente la Comisión Investigadora de Derechos Humanos
-CIDH-, definió al caso Ayotzinapa como una “desaparición forzada”. Las hipótesis sobre el desenlace de la tragedia indican que probablemente hayan sido
asesinados, por el ejército, la policía o por el grupo criminal, horas más tarde a la noche del 26 de septiembre.
Varias fuentes han afirmado que
el grupo terrorista Guerreros Unidos, brazo armado del cártel de droga de la región, los acribilló, para después incinerarlos y desechar los restos
calcinados al río San Juan, luego de que la policía de Cocula les haya entregado a los normalistas aún con
vida. Sin embargo, las investigaciones forenses todavía no pudieron establecer
la veracidad de la hipótesis más desarrollada.
En la búsqueda por dar con el paradero de los restos de los normalistas, se descubrieron varias fosas con cadáveres, en parajes ubicados alrededor de la localidad de Iguala.
De ellos, sólo uno correspondió a un normalista. Los restos de Alexander Venancio Mora fueron hallados en diciembre pasado, en un basural de Cocula. Con respecto al resto, la opinión de los padres siempre fue contundente: ellos creen que permanecen secuestrados, aún con vida.
Ayotzinapa marcó un antes y un después en la cotidianeidad
del pueblo mexicano. Muchas voces antes silenciadas, se levantaron exigiendo la
aparición física de los normalistas, así como también la destitución inmediata del
actual presidente Enrique Peña Nieto, máximo responsable político de lo
ocurrido. Pese a que en octubre de 2014 se haya reunido con los padres de los
jóvenes desaparecidos, el estancamiento intencional de las investigaciones y la
desconfianza de millones de personas sobre la seriedad del poder judicial
mexicano, colocan en el ojo de la tormenta al presidente Enrique Peña Nieto.
Los partidos políticos opositores al Partido Revolucionario Institucional -PRI- que hoy gobierna, tratan de canalizar el
descontento de la población mediante consignas esperanzadoras, aunque sólo para aumentar su caudal de
votos y número de militantes. Utilizan la manipulación para con el caso
Ayotzinapa, con el fin de ser los próximos gobernantes (aunque las encuestas
mantienen al PRI como preferencia por la mayoría mexicana).
El Estado mexicano es responsable de la desaparición de los
normalistas, y de todos los asesinatos producidos y encubiertos por sus fuerzas
de seguridad (crímenes de lesa humanidad). Los carteles de droga, y su famoso
método del crimen organizado, responsables de la desaparición de los
normalistas y pretexto tomado por el Estado mexicano para desarrollar el
sistema político-represor de la narcocracia. Los partidos políticos opositores,
responsables de no representar la voluntad de las mayorías mexicanas, como nunca lo hará una organización interesada en acceder al Estado.
Las manifestaciones han escogido la consigna "Fue el Estado" mayoritariamente. |
Una democracia que se desprestigia con la corriente corrupción y las relaciones directas que construyen los funcionarios políticos con el crimen organizado. Una red extensa y en crecimiento de narcotraficantes armados. Miles de desaparecidos. El peligro permanente que representa ser estudiante y activista a la vez. Hoy son 43 a los que buscamos, pero mañana pueden multiplicarse.
En medio de la vorágine sociopolítica por la que transcurre
sus días el pueblo mexicano, persiste aún el retórico interrogativo ¿Dónde
están?