Desde hace poco más de un siglo que cada 8 de marzo se torna
conmemorativo de la fecha 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de mujeres
trabajadoras de una fábrica textil ubicada en la ciudad de Nueva York fue
salvajemente reprimido por la policía estadounidense tras su sublevación con
motivo de lucha por la reducción de las exhaustivas jornadas de 12 horas diarias
de trabajo sin descanso intermedio, contra los bajos salarios percibidos, y la
falta de validación y práctica imposibilitada de la totalidad de los derechos
básicos de la mujer. El saldo de dicha masacre fue de 129 mujeres asesinadas
por el brazo armado y represor del Estado.
Al contrario de ello, muchos investigadores sostienen que
este día sirve de conmemoración a las más de cien mujeres calcinadas en la
fábrica textil Sirtwoot Cotton (también ubicada en Nueva York), supuestamente
el 8 de marzo de 1908. Sin embargo, no se puede afirmar que este hecho fuera real
ya que no se registran noticias oficiales en los diarios de entonces; y además había sido domingo.
No obstante, se suele tomar al día como acto homenaje a la
memoria de las 146 jóvenes (en su mayoría inmigrantes) víctimas del incendio
producido por la propia patronal burguesa dueña de la fábrica de camisas
Triangle Shirtwaist de Nueva York el 25 de marzo de 1911. Éstas trabajadoras se
encontraban en huelga por mejoras en sus condiciones de trabajo y de género, como las de 1857.
Seis días antes de este trágico episodio, el 19 de marzo de
1911, se había celebrado por primera vez el “Día Internacional de la Mujer
Trabajadora” con asistencia de millones de mujeres en varios puntos de Europa
como Austria, Polonia, Alemania y Dinamarca. La propuesta para que este día se
tomara como una festividad internacional fue iniciada por la socialdemócrata
alemana Clara Zetkin, líder del movimiento alemán de mujeres socialistas, y
presentada en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada
en Copenhague-Dinamarca- entre el 26 y 27 de agosto de 1910. Aunque la idea de
Zetkin parecía genuina e innovadora, contaba con un antecedente inspirador. El “Women’s
Day”, que las socialistas estadounidenses festejaban desde 1908, cuya finalidad
era la reivindicación del sufragio universal. No fue hasta el año 1920 cuando
lograron que fuera aprobada la Decimonovena Enmienda de la Constitución
Estadounidense por la que se les otorgaba a las mujeres, por fin, el derecho al
voto.
El hombre debe acompañar y luchar junto a la mujer contra el sistema capitalista patriarcal. |
No tenemos que esperar a que la Organización de Naciones Unidas lo dicte (recién en 1977 oficializó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora) para aplicarlo en los pueblos. Lo legítimo no necesita ser legalizado por la “justicia” burguesa.
Aún hoy, y pese a
los avances en materia de respaldo por los derechos de las mujeres, en
numerosos lugares del planeta, ellas continúan demandando derechos básicos, tales
como acceder a la educación, la cultura, el trabajo o la política.
Increíblemente, algunos Estados manipulados por las religiones siguen
desarrollando un ataque misógino permanente y avalado por la sociedad machista sobre el género femenino, que nos retrotrae a
unos cuantos siglos atrás.
Siguen existiendo países donde pueden llegar a condenar a muerte a una mujer por "adulterio". Culturas que prohíben la socialización de las mujeres y la muestra libre de su cara. Religiones, todas, que hacen creer a las poblaciones devotas que el aborto es el mayor crimen y castigo para la Humanidad, cuando en realidad es una causa de muerte en ascenso entre los adolescentes pobres, producto de la falta de prevención, cuidados médicos y socioeconómicos.
¡Memoria, concientización y lucha!
Porque han
sido cientos, miles, millones las mujeres asesinadas por el hombre a lo largo
de la historia.
En todos los
países y naciones del mundo, han sufrido el maltrato, el ataque permanente, la
violación de sus derechos básicos y humanos. Porque en innumerables culturas han sido prostituidas desde rituales de sacrificio y desfloración de niñas vírgenes.
Fueron perseguidas desde la “cacería de brujas” en la Edad Media, quemadas en hogueras bajo el cargo de “idiotas” determinado por los gobernantes.
Porque desde hace siglos son condenadas a la maternidad obligatoria y naturalizada en las sociedades patriarcales.
El hombre
las ha tratado como objetos sexuales comerciables, sin identidad propia.
Por todo
ello, las mujeres deben tener memoria. El primer paso a la liberación será
recordar y honorificar a quienes cayeron bajo el dominio del Patriarcado.
La concientización se desarrolla en pos de entender la situación de oprimidas por la que se transita en la cotidianeidad de la actualidad.
La lucha es el único mecanismo que permitirá la emancipación de las mujeres del rol de explotada por el Estado y por el hombre (burgués y proletario).
Las mujeres
están destinadas a su libertad. Indefectiblemente, lograrán la liberación. Pero
el camino es largo; y así como la clase oprimida lucha contra la clase
hegemónica dueña del poder y las relaciones de explotación, las mujeres deberán
organizarse con el objetivo de destruir al patriarcado. Es una lucha no sólo de
género, sino también de clase. La clase oprimida debe arrasar contra el sistema capitalista-patriarcal.
Los hombres
tenemos la responsabilidad y el deber revolucionario de colaborar con la
destrucción del sistema patriarcal. Somos nosotros quien lo mantenemos, y pese
a que parezca ser el sistema capitalista nuestro único enemigo, el patriarcado
también lo es.
Ninguna
mujer detrás del hombre para vencer al capitalismo patriarcal. La mujer
al lado del hombre.
¡Viva la mujer que lucha! |